Solo quien ha tenido la sensación de
estar totalmente quebrado por dentro, entenderá el esfuerzo que
representa, intentar que las cosas no se salgan de su sitio y caminar
como si nada estuviese pasando. Hay algo más allá del dolor, de la necesidad de ser sanado, de pausar
por un tiempo, que hace que los pronósticos sean contrarios a cualquier
actitud derrotista.
Eso que nos hace levantarnos y
mantenernos de pie y sanar sobre la marcha, suele identificarse de
varias maneras, algunos lo llaman valentía, otros resistencia… pero no es más que la voluntad de no rendirse ante
la vida, sino de apreciar sus maravillas a pesar de las caídas.
Somos lo que pensamos, si creemos que
nos vamos a recuperar de determinada situación, si no hay miedo, ni
espacio a la duda, no hay otra cosa que pueda ocurrir. Aun cuando seamos
presa de nuestros temores y de la incertidumbre, si logramos escuchar
la voz interior que nos impulsa, podremos levantarnos ante toda
adversidad, poco a poco iremos apartándonos del núcleo del dolor y nos
será factible darle oportunidad a nuestro ser de sanar.
No es sencillo mantener el optimismo en
ciertas ocasiones, más después de grandes dolores, después de pérdidas
importantes, de rupturas, de cambios no deseados, de traiciones, de
decepciones… Pero nuestra actitud marcará la diferencia en cada etapa
del proceso.
No se trata de ponernos a fuerza una
sonrisa que no nos cabe, ni de tragarnos las lágrimas que queremos que
salgan, ni mucho menos de engañarnos a nosotros mismos.
Para
recuperarnos debemos atravesar diversas etapas de sanación, darnos
tiempo y espacio para drenar el dolor, para sacar lo que nos hace daño,
para aceptar que no podremos cambiar muchas cosas, para perdonar a otros
o a nosotros mismos, para dar cada paso… Pero lo importante es no
extendernos demasiado en cada etapa, en no dejarnos vencer por las
emociones y estar conscientes de que podemos influir de manera
consciente en la duración de cada etapa.
Expresa lo que tengas que expresar,
llora todas las lágrimas que consideres necesarias, grita y libera la
rabia, no te guardes nada en tu interior o imagines que eso no está
allí. Para sanar se debe hacer limpieza y si barremos y metemos la
basura debajo de la alfombra estamos generando un efecto contrario al
que nos convendría, aunque en apariencia todo esté bien.
La valentía la llevas contigo, no es
opcional, solo basta que lo aceptes como una de las millones de
cualidades y dones que se te han otorgado. Mira a la vida y agradécele
la oportunidad, aun cuando al hacerlo estés reparando alguna parte de
ti… Porque aun con sus dificultades y aunque nos quebremos mil veces, lo
importante es que la vida siempre es maravillosa y que tenemos la
capacidad de reinventarnos, rearmarnos y levantarnos las veces que hagan
falta.

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