No hay día que no recuerde nuestro reencuentro.
Ese día estuvo lleno de
tantas emociones diferentes que podría decirse que nos invadieron a los
dos.
Comenzaba la tarde con los nervios de volver a verte, de volver
a tenerte cerca y de sentir nuestra amistad; me sentía cómoda y a la
vez ilusionada.
Cuando apareciste, recuerdo que algo me dijo: "Qué
bonito está!". Esa mirada tuya era diferente a la que yo recordaba. Era
una mirada intensa profunda, madura y sobre todo sincera.
Me
encontré con alguien con el que podía hablar de cualquier cosa,
sintiendo que llegaba a comprenderme; pero también encontré en ti a
un hombre sensible, dolido y con ganas de desahogarse.
Siempre digo
que "lo que se queda dentro, duele mucho“ y que hay que ser capaz de
sacarlo, y tú sacaste esa parte de ti que gritaba por liberarse. Fuiste capaz de abrirte a mí y yo solo hacía que escucharte.
Pero la tarde fue avanzando y de alguna manera empezó a sentir una conexión intensa hacia ti, no sabría explicarlo con palabras pero era como si te sintiera cercano a mi.
Tú estabas acercándote a mí como tu amiga,
pero yo te sentí acercarte a mí de una manera diferente. En un
momento de impulso, "me robaste un beso" y me dejé llevar respondiéndote.
Fue algo que me encantó y que sentía que no quería que terminara jamás . Y detrás de ese vinieron muchos más, sentía que esa conexión iba
aumentando cada vez más y que no quería que ese día terminara. Algo
dentro de mí se descuadró diciéndome : "¿que esta ocurriendo?, esto no
lo esperaba... Pero me ha encantado".
A cada minuto que pasaba te
sentía más y más cerca y esa conexión ya estaba alcanzando unos niveles
muy fuertes; pero yo "luchaba" por controlarlo y no dejaba que se me fuera
de las manos.
Estabas ahí, abrazándome, transmitiendome tu verdadera esencia, tu verdadero YO, tu energía pura e intensa e incluso tu CARIÑO.
En cuestión de unas horas me hiciste ver una versión de ti que no había conocido antes. Me embriagaste, me descolocaste y me dejaste "temblando".
Temblando
por ese cúmulo de emociones que se removían dentro de mí y que a día de
hoy se siguen removiendo. No hay un momento que recuerde ese día y no
se me salgan las lágrimas de alegría, de emoción, de agradecimiento...
Agradecimiento a la propia vida porque nos haya vuelto a reencontrar.

No hay comentarios:
Publicar un comentario